domingo, 24 de mayo de 2009

III 49 El BUNDE y el BAQUINÍ: Funebria Alegre


El folklore demosófico hace referencia a las actividades artesanales, comidas típicas y celebraciones realizadas a nivel comunitario por un conjunto de individuos que forman una unidad política; junto con el folklore literario, musical y geográfico se encarga de conocer la manera propia de pensar y actuar de un pueblo, sus costumbres y tradiciones, entre ella todos los usos relativos a las ceremonias fúnebres y a la tradición de cultos mortuorios, que se estudian mediante la rama de la Antropología, denominada Funebria. Al igual que en África Occidental, las negritudes de todo el Caribe y de la costa pacífica de Colombia, siguen acompañando con música alegre y explosiva, de tambor, marimba y sonajeros, cada uno de los ciclos vitales: Festejan la vida, y bailan cantando al despedir a sus muertos, manteniendo supervivencias africanas evidentes en la alternancia responsorial del solista y el coro monofónico o polifónico.

Los pueblos afrodescendientes generaron un proceso de sincretismo en sus celebraciones, asociando su origen africano con el santoral católico. Sus ceremonias rituales en las que destacan las prácticas fúnebres, tienen un marcado trasfondo mágico-religioso, como los cantos de lumbalú, de carácter fúnebre ritual, que evoca los orígenes de Angola, tierra natal de muchos de los primeros negros cimarrones-esclavos que se escapaban de sus amos-, pregonando la muerte para convocar a la comunidad al velorio, seguido del canto-lloro responsorial. Durante el lumbalú las mujeres bailan con pasos menudos alrededor del cadáver. Otros cantos son las zafras mortuorias, sin ningún acompañamiento instrumental, donde una de las voces entona un relato, verso, frase o rezo que evocan el recuerdo de una persona fallecida, y las plañideras acopladas a coro, responden en forma de comentario o estribillo; y los cantos fúnebres interpretados a capella o con un sencillo acompañamiento de toques de tambor que se emplean en el contexto ritual de los entierros o velorios de parientes.

En algunas comunidades americanas, los pobladores negros, trascienden las costumbres africanas, haciendo de la muerte un motivo para expresar su intensa espiritualidad a partir del canto y por supuesto del baile. Por ejemplo, en los velatorios de adultos de la costa Pacífica colombiana, se usa el Alabao, que en esencia es un canto coral de alabanza o exaltación religiosa ofrendado a los santos; con el trascurrir del tiempo se hizo extensivo al contexto fúnebre, interpretándolo sin instrumentos, destacando el acento salmodiado-propio de las exaltaciones cristianas-; en algunas ocasiones las temáticas se apartan del contexto religioso y resaltan aspectos profanos; en los alabaos de tipo fúnebre se combinan de forma indistinta pasajes que hacen referencia a la vida del difunto y exhortaciones místicas.

En el departamento colombiano de Córdoba existe un rito funerario que tiene por nombre “Muerto Alegre”. Se inicia con una rara petición que hace el enfermo ya en estado agónico: Pide que lo entierren muerto alegre. Le confeccionan un cajón especial con tablas laterales de distinto grosor para que al ser golpeadas emitan sonidos diferentes. El difunto va aprisionado dentro de la caja desde los hombres a los pies con trapos, dejando libre la cabeza para que en el bamboleo golpee los laterales de la caja. Los cargadores del muerto inician la marcha hacia el cementerio con pasos irregulares, como cojeando, para que la cabeza del muerto, en forma sincopada, tamborilee alegremente con el cajón. También se baila el muerto en algunas regiones de Venezuela, Cuba y Haití, como ritual mortuorio que se realiza en la vía pública durante el sepelio del occiso.

En la región de Barquisimeto-Lara, Venezuela-se lleva a cabo el rito funerario “la última noche” que manifiesta la diversidad de valores socioculturales de esos pobladores. En Puerto Cabello-Carabobo, Venezuela-vinculado a elementos simbólicos de la cultura y raíces afrocaribeñas, con ritos indígenas y con tradiciones europeas de la muerte, durante el carnaval se lleva a cabo el “baile de la hamaca”, que rememora el traslado de enfermos y la sepultura de los muertos, conteniendo velorio, recorrida, drama y entierro. A ritmo de tambor, charrasca y cachos-cuernos-siguen un paseo de la hamaca por la comunidad, donde alguien exclama; ¡Ya se murió! Y todos responden ¡hay que enterrarla! dejando la hamaca colgada rodeada de velas, hasta el otro día, la sacan del barrio y recorren todas las calles de Puerto Cabello. Las mujeres-con vestidos multicolores-, al tiempo que cantan, bailan alegremente mientras llevan y rodean la hamaca, invitando a los hombres a bailar. Durante el cortejo fúnebre, las mujeres lloran al muerto, despertando un arrebato de celos, que sufre un negro, al “descubrir” la infidelidad de su mujer precisamente con el muerto.

A diferencia de los alabaos de los adultos, en los velorios de los niños, los cantos son alegres. El rito fúnebre de las negritudes dedicado a los menores de siete años es jubiloso, pues para los afrodescendientes, el infante muerto se convierte en un ángel del cielo. Los cantos son conducidos por la percusión y el palmoteo, con música y baile alegre. En Colombia, según la ubicación geográfica de las comunidades, estos ritos reciben el nombre de bunde, chigualo o mampulorio. Otros nombres representativos son gualí, angelito bailao, muerto alegre y velorio de angelito. En Barlovento, Venezuela se conoce como mampulorio y chigualo; en Ecuador se le dice velorio de angelito y en la República Dominicana, Haití y en Cuba, al velorio de angelito se le llama baquiní; en Puerto Rico era conocido como baquiné o fiesta de niño muerto.

Con motivo de la venta de esclavos para las plantaciones americanas, atracaron a los puertos, galeones portugueses con cargamentos de esclavos capturados en diferentes tribus subsaháricas, de población mayoritaria de congos y angolas de lengua bantú, con ellos llegaron también los ararás y los minas traídos de Ghana; carabalíes y lucumiés de la lengua yoruba de Nigeria y en menor proporción, chambas, bárbaras, biafras, xangos, nagós y mandingas. Uno de los rasgos más definidos de africana se manifiesta en los cantos rituales ligados a la funebria y a los bailes de muerto, de concentraciones de negros montaraces e indómitos que constituyeron los palenques en Colombia, los cumbés o rochelas en Venezuela y los quilombos en Brasil, términos que pudieran asimilarse como sinónimo de “baile de negros”. Muchos de los negros cimarrones venían huyendo desde Curazao o de otras islas antillanas. El lumbalú, canto de muerto o lloro, es el núcleo lingüístico que permitió a las comunidades preservar sus tradiciones africanas.
Desde el punto de vista de la Funebria Palenquera-los palenques eran poblaciones de negros fugitivos durante la colonia española, asentados en la costa pacífica colombiana-los bailes de velatorio o bailar el muerto con toque de tambor, se conocen como alabaos y velorio de angelito, caracterizados por su amplio contenido ceremonial, asociados a ritmos de currulao-tonada tipo del Pacífico colombiano-y los estilos fúnebres del bunde que se corresponde, indistintamente de la región de que se trate (chigualo-centro sur litoral Pacífico- gualí-centro-norte- y mampulorio-Barlovento, menores de un año-)con la funérea infantil.

El bunde es un rito fúnebre, una forma de culto a los muertos, en el cual el dolor por la pérdida de un ser querido se va transformando en motivo de regocijo, en alegría a causa de la entrada del alma del niño muerto en el reino de los espíritus. Su origen es el “wunde” de Sierra Leona y se extendió entre las comunidades afrocolombianas del litoral Pacífico. Es una expresión de los ritos fúnebres y lo ejecutan los chiquillos en el patio de la casa mientras los adultos se ocupan del rito mortuorio propiamente dicho, a capella, a una voz y coro, con acompañamiento de palmoteo. Cuando se cansan recurren a los juegos-interviene toda la concurrencia-de velorios, que son parte sustancial en el novenario y que consiste en cantos, palmas, adivinanzas en círculos de mujeres y hombres, el resto canta.



El baquiní es una costumbre Yoruba originaria de la costa de Nigeria en África Occidental, guarda una muy estrecha relación con cierto culto fúnebre observable entre los negros campesinos de Jamaica. Se trata de una modalidad de rosario cantado que se celebra en ocasión de la muerte de un niño de color-cuando el difunto es blanco se le llama florón- Es una ceremonia religiosa que celebra la alegre partida de un infante, que lo libera de las desdichas de este mundo terrenal, para que pueda compartir con sus ancestros de un mundo espiritual armonioso, convirtiéndolo en un angelito en el cielo, que se constituye en recurso sagrado directo para la familia y la comunidad. Se desarrolla con un grupo de personas bailando y entonando cantos responsariales. Al niño lo visten completamente de blanco, yace en una mesa cubierta con sábanas blancas, muy limpias, y se adorna de flores de pies a cabeza, mientras se inicia una despedida musical con canciones y tambores, seguida de juegos, comida y bebida.

lunes, 18 de mayo de 2009

III 48 MARRUECOS: Tierra del Argán y del Cuscús








El término “Mundo Árabe” se refiere a los países donde la mayoría de la población es araboparlante; su universo se calcula en 200 millones de personas, que tienen como lengua materna el idioma árabe; pero no debe confundirse árabe con musulmán, pues de los 1500 millones de creyentes que practican el Islam, el 80% no son de lengua árabe. Los países del Mundo Árabe-min al-jaliy- ilà l-muhit (del Golfo al Océano)- ocupan un territorio que va desde el Golfo Pérsico al Océano Atlántico, de África del Norte al Oriente Medio, con una superficie de 12,9 millones de km²-menos que Rusia, pero más que Estados Unidos y la Unión Europea-. Los veintidós Países integrantes son: Arabia Saudita, Argelia, Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Islas Comores, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Mauritania, Omán, Palestina, Qatar, Siria, Somalia, Sudán, Túnez, Yemen, Yibuti y Marruecos-incluido el territorio ocupado del Sahara Occidental-en donde la gente vestida con túnicas largas, de colores oscuros y con chilabas-capuchas-corren a la mezquita, al caer la noche, al llamado de la oración; y el que no llega, ora en la calle, en el parque, en el mercado, o donde se encuentre.

Marruecos, la Mauritania Tingitana que formaba parte del Imperio Romano, es un país de leyenda que se ubica en la parte más occidental del norte africano, separado de Europa por el estrecho de Gibraltar, tiene colindancias con Argelia, Mauritania y el Sahara Occidental; y costas tanto en el Mar Mediterráneo, como en el Océano Atlántico. Su nombre deriva de Marrakech, que en berebere significa “Tierra de Dios” e históricamente se le refiere por su nombre completo, Al Magrib al- Aqşà, que significa Reino del lejano Poniente. Es sin duda una tierra musulmana llena de misticismos, con minorías judías y cristianas, que mantiene una larga disputa territorial con la República Árabe Saharawi Democrática.

El Reino de Marruecos, es una Monarquía constitucional, con un parlamento electo, desde que consiguió en 1956 la independencia de Francia, pues previamente, en 1912, el Tratado de Fez había convertido este país en Protectorado de Francia, y a las ciudades de Ceuta y Melilla en Protectorado Español. Su superficie territorial es de 446550 Km2, con una población de 33 millones de habitantes; se hablan árabe, bereber, francés y no en pocos lugares español, su moneda es el dirham marroquí-10 por un Euro-. Desde el punto de vista administrativo el Reino de Marruecos está organizado en 16 regiones, con 24 prefecturas y 31 provincias, divididas en municipios.

La capital política del Reino es Rabat, la ciudad real, que ostenta el Palacio, las murallas de adobe que envuelven a la medina y un zoco bullicioso; la capital religiosa del país es Fez la sagrada, mixtura de la cultura de los bereberes, árabes y esclavos africanos; la ciudad más cosmopolita es Marrakech, un oasis en el desierto con inconfundible impronta árabe y la ciudad más poblada de Marruecos es Casablanca. La vegetación de Marruecos es de tipo mediterráneo, escalonada en pisos altitudinales; con estepa en el Sahara septentrional y bosque como bioma dominante, dividido en tres ecorregiones-norteafricano, estepa arbursiva y bosque seco-. Al suroeste de Marruecos, en las zonas áridas de la costa atlántica, en una franja que va de Agadir, Taroudant, Essaouira y Tiznit-en el límite sahariano-existen ochocientas mil hectáreas-declaradas reserva biosfera por la UNESCO en 1998- con aproximadamente 21 millones de árboles, de una especie endémica de los semidesiertos calcáreos, que no ha podido establecerse con éxito en el extranjero y que representa una esperanza para la humanidad y por ser un producto de exportación de alto valor comercial, una fuente de ingresos importante para el estado marroquí: El Argán, que por su lento crecimiento se puede considerar como una especie en peligro de extinción.

El Argán-Argania spinosa-, también conocido como acebuche espinoso, pertenece a la familia de las sapotáceas, pudiendo vivir de 150 a 200 años, tardando cinco años para dar su primer fruto. Este árbol ancestral, de tronco rugoso, crece en forma silvestre en zonas de altitud no superior a 800 metros, en clima seco; pudiendo medir hasta 10 metros de altura y sus raíces son profundas-hasta 10 metros-por lo que subsisten con pocas lluvias al año ya que en tiempo excesivamente seco pierde sus hojas para disminuir la evaporación. Sus hojas pequeñas, ovales con el ápice redondeado, son coriáceas-duras, aunque flexibles como el cuero-las flores diminutas de cinco pétalos, pequeñas y amarillas, que florecen en abril, tardando en madurar mas de un año, produciendo un fruto carnoso, como un dátil verdiamarillo, de 2 a 4 centímetros, con piel espesa y gruesa que rodea la cáscara amarga con dulce olor, conteniendo dos a tres semillas ricas en aceite de ácidos grasos insaturados, antioxidantes y fenoles; de color amarillo anaranjado, algo turbio, de gusto muy particular, dulzón, con dejes entre la avellana y el sésamo y con notas de pan tostado: El aceite de Argán, es sumamente apreciado por sus propiedades tanto en el campo de la alimentación como en el de la salud y la cosmética, ya que abunda en vitamina E y es más estable que el aceite de oliva.


El árbol produce frutos dos veces al año, la recolección se hace a mano, recogiendo los maduros del piso o bien mediante un extraño mecanismo, cuando las cabras, que no encuentran comida en los pastizales, suben a los árboles y comen hojas y frutos; por las noches, en sus establos escupen los huesos de los frutos, mismos que son colectados para concentrarlos en las cooperativas regionales de mujeres bereberes, que llevan a cabo un laborioso proceso artesanal, que incluye labores intensivas como remover la pulpa-que se utiliza como comida nutritiva para los animales-y machacar los frutos entre dos piedras para sacar las almendras, de las cuales, mediante un método neolítico, se extrae un aceite ligero y transparente, de color marrón claro y sabor fuerte agradable.


Cien kilos de fruta madura se componen de 50 litros de agua, 22 kilos de pulpa seca, 25 kilos de cáscaras que sirven para el fuego y tan solo tres kilos de almendras. Son precisos 100 kilogramos partidos a mano y unas 20 horas de trabajo manual para lograr un litro de aceite de Argán, por lo que su producción es onerosa, lo que lo hace el aceite más caro del mundo, unos 120 Euros por litro, por lo que lo llaman el “Oro líquido de Marruecos”. Un 80% es de ácidos grasos esenciales-linoleico, alfalinoleico, oleico, araquidónico, gammmalinoleíco- y grandes cantidades de tocoferoles-vitamina E y phytosteroles-.El aceite de lujo marroquí es realmente multiusos, desde hace siglos los bereberes lo utilizan para propósitos medicinales, estéticos y culinarios-nutricionales,

Medicinalmente es aconsejado para reducir la tasa de colesterol y prevenir enfermedades cardiovasculares; se utiliza para fricciones en dolores reumáticos y de articulaciones; con amplio uso dermatológico, actuando en eczemas, celulitis, psoriasis y alopecia. Existen populares preparados fortalecedores y tonificantes para niños, personas débiles y convalecientes, que usan como base éste aceite. También se utiliza en medicina tradicional, para casos de esterilidad masculina y femenina y cuando hay peligro de aborto. Al momento hay una investigación científica para determinar sus posibles propiedades anticancerígenas, en la prevención sobre los tumores más frecuentes de mama, colon y pulmón. La virtud más conocida es su capacidad de frenar la degeneración de los tejidos, por lo que es muy apreciado su uso cosmético para el cuidado y mantenimiento de la piel, presentándose en forma de jabones, cremas, lociones, protectores solares, cremas bronceadoras y preparados antiacnéicos, entre otras. Sin duda su propiedad antioxidante, que frena los efectos del tiempo en los tejidos del organismo, ha motivado la abundancia de cosméticos en el mercado, fabricados con aceite de Argán.

Después de la extracción del aceite, queda una pasta color chocolate, denominada amlou, que es muy dulce y sirve para realizar pan, dicen los conocedores que se trata de un don de la naturaleza, un sabor indescriptible, que debe uno descubrir. Como aceite de mesa aporta un sabor exquisito a platos de ensaladas, verduras o de carne; es perfecto cuando se rocía con cuenta gotas sobre un pescado a la parrilla. En la zona sur, suroeste, se come untado a un pan o bien en la preparación de tajines-recetas preparadas en un recipiente llamado tajín-o de aderezo en el cuscús, quizá el plato más conocido de la rica gastronomía magrebí, aunque de origen hindú, debe su nombre al recipiente en el que se prepara, que proviene del vocablo bereber “al-kuskus”.

La cocina marroquí es refinada y repleta de sabores, producto de la contribución que hicieron en épocas diferentes los beréberes y por la influencia de Oriente Medio, Mediterráneo y África; sin embargo hoy es una gastronomía con carácter propio, con platos bien definidos-basados en trigo, arroz, frutos secos, verduras, carne, condimentos y especias picantes-, y con recetas que se transmiten de generación en generación, por eso los marroquíes dicen, que la mejor cocina es la casera. Entre los platos más característicos figura el cuscús, plato conocido por todo el mundo, basado en sémola con carne y verduras; con un proceso tradicional de elaboración bastante complicado que precisa de bastante tiempo, ya que se realiza en tres fases muy diferenciadas: molida de trigo-sin llegar a convertirlo en harina-; cocido en un recipiente de barro o metal perforado en su base a modo de colador y volcado sobre un recipiente de terracota-llamado mafaranda-amasándolo con la mano en pequeñas porciones esféricas del tamaño de un guisante. En la cultura árabe se consume de forma habitual los viernes-equivalente al domingo cristiano-; siendo acompañamiento de guisos de cordero, pollo o verduras. Y servido por dos caldos: uno para la sémola, y otro sazonado para darle gusto.